CÉDULAS

Con la implementación de los retenes también se institucionalizó el porte de una cédula especial para los enfermos de lepra en donde además de ser el documento de identidad oficial permitía en su interior llevárseles un control médico con el cual se certificaba la veracidad de su enfermedad. Nadie podía entrar o salir del lugar sin el pase o permiso de rigor. Si el viajero padecía la dolencia, la autorización la concedía el médico Director. Si era sano, este menester correspondía al Jefe de Negocios Generales o Administrador. Los mercaderes se veían precisados a proveerse de la CEDULA DE VIVANDERO, requisito indispensable para entrar al leprocomio con su mercancía. Debían salir el mismo día o al siguiente, se les forzaba a desinfectar en un cuarto hermético, tratado con formol, los aperos y cuanto sacaran. En la mayoría de los casos las encargadas de expedir los permisos eran algunas de las siguientes personas: Adela LaVerde, Rosa Ureña o Cecilia Rey.